Escapando de la rutina, perseguida por cien leones,
corro descalza bajo un cielo sin estrellas,
en un intento de respirar algo de aquella imaginación que una vez tuve.
Y mientras esquivo los desalientos que me da la vida,
atestada de emociones, muchas veces enfrentadas,
me contradigo y continúo avanzando pese a la bravura de la marea.
No puedo sino combatir, y hacer frente a la tempestad.
No puedo sino levantarme y volver a luchar.